Como si fuera una estrella de Hollywood
24 noviembre, 2014
Observar peculiaridades de un entorno natural siempre es
fascinante. La naturaleza nunca para de sorprenderme. Da igual que sea un
terreno completamente árido o espacios rebosantes de agua. Siempre son
espectaculares.
Sin embargo, hay
otros entornos no naturales como son las llamadas “junglas de asfalto” que
tienen su “aquello”. Suelen ser espacios más tristes, incluso deprimentes. No
me suele sorprender absolutamente nada de ellas ya que fueron elaboradas para
hacer más cómoda la vida. Trayectos mucho más rápidos (carreteras, autopistas),
suele estar todo bien organizado para evitar que me pierda (calles, avenidas),
todo está señalizado y además muy controlado. Utilizo todo el mobiliario urbano
pero pocas veces lo siento. En ocasiones, admiro monumentos, jardines, pero
sólo eso. Si algo me sorprende no es ni, por asomo, parecido a lo que siento
perdida en una montaña, en una playa o en un desierto.
Sólo he sentido
algo muy especial en estos entornos urbanos en dos ocasiones. La primera que
siempre he percibido y me encanta es la manera que tiene la naturaleza de
intentar recuperar terreno perdido miles de años atrás. Supongo que no soy la única
que admira como, por ejemplo, alguna hierba invasora comienza a reinar entre
los escombros de un edificio vacío, abandonado. Le surte de vida y se ve como
algo místico. La perfecta combinación entre lo natural y la mano del hombre.
Aunque normalmente el daño del hombre es casi irreparable y no tiene nada de
mágico.